Desde hace tiempo las inteligencias artificiales están en todos lados. Hay una IA para escribir, para programar, para diseñar, para organizar tu día... hasta para hacer canciones y recetas. Algunas hacen cosas que de verdad te dejan con la boca abierta.
Hace poco hice una aplicación para mi trabajo sin tener idea de Python (sí, cero experiencia). ¿Cómo lo logré? Preguntando bien, entendiendo lo que me respondía la IA, y echándole coco. Porque, ojo, las IAs no son perfectas —pero si tú sabes qué preguntar y entiendes lo que haces, puedes sacarle muchísimo provecho.
Y justo hoy veía un video donde hablaban de cómo los estudiantes están usando IA para hacer sus tareas. Según las escuelas, eso es “hacer trampa”, y puede que tengan algo de razón. Ahora las tareas se han vuelto tan simples como abrir un chat, preguntar lo que quieres saber y recibir una respuesta lista para copiar (y si quieres, hasta con el tono que más te guste: informal, formal, como si lo dijera Einstein… lo que sea). A veces incluso te lanza los enlaces de dónde sacó la info.
Hace poco hice una aplicación para mi trabajo sin tener idea de Python (sí, cero experiencia). ¿Cómo lo logré? Preguntando bien, entendiendo lo que me respondía la IA, y echándole coco. Porque, ojo, las IAs no son perfectas —pero si tú sabes qué preguntar y entiendes lo que haces, puedes sacarle muchísimo provecho.
Y justo hoy veía un video donde hablaban de cómo los estudiantes están usando IA para hacer sus tareas. Según las escuelas, eso es “hacer trampa”, y puede que tengan algo de razón. Ahora las tareas se han vuelto tan simples como abrir un chat, preguntar lo que quieres saber y recibir una respuesta lista para copiar (y si quieres, hasta con el tono que más te guste: informal, formal, como si lo dijera Einstein… lo que sea). A veces incluso te lanza los enlaces de dónde sacó la info.
Yo, con varios años encima y en el ocaso de mi existencia, me puse a pensar qué cosas realmente se me quedaron de la escuela. Y la verdad, muchas las olvidé. Aprendí, sí, pero muchas ya no me sirven. Algunos lenguajes de programación que estudié en la universidad hoy están obsoletos. Lo que sí me quedó es la lógica, la forma de pensar y resolver problemas. Eso es lo que vale.
Y ahí está el punto: más que memorizar todo, hoy lo que importa es saber dónde encontrar las respuestas y cómo aplicarlas. O sea, saber preguntar y entender lo que haces. En este caso, tener una IA a la mano es como tener un amigo sabio y con barba que te echa la mano cuando te atoras.
Entonces, ¿cuál es el papel real de la escuela?
Para mí, la escuela tiene un valor que va más allá de las materias: te ayuda a socializar, a conocer diferentes formas de pensar, a formar carácter y, si tienes suerte, a hacer amistades y conexiones que te pueden acompañar toda la vida.
Pero hay algo que pocas veces se enseña: aprender a aprender. O mejor aún, cuestionar lo que aprendes. En lugar de enfocarnos tanto en tareas o exámenes, deberíamos preguntarnos: ¿cómo saber si alguien realmente entiende algo?
Y ahí está el problema. Porque muchos profes, con todo respeto, se han quedado atrás con la tecnología y eso complica más las cosas.
Por ejemplo en mi trabajo tengo compañeros sin título universitario que hacen su trabajo muy bien. ¿La clave? Saben buscar, investigar, y aplicar lo que encuentran. Y aunque no sean expertos, lo que hacen lo hacen bien. Porque, seamos honestos, si haces algo todos los días, terminas aprendiéndolo tarde o temprano.
Así que no, la educación no debería tratarse de ser una enciclopedia andante. Más bien, debería prepararnos para distinguir lo real de lo falso, lo útil de lo basura, y lo que nos sirve de lo que nos manipula.
Esto me recuerda una escena clásica: en secundaria no nos dejaban usar calculadora porque “no íbamos a andar con una en el bolsillo toda la vida”.
Spoiler: ahora traemos una súper computadora en el celular... con calculadora incluida.
En resumen: estudien mucho, pero no para memorizar como pericos, sino para entender, aplicar y crecer con lo que aprenden. Aprender no es llenar la cabeza, es saber usar lo que tienes dentro.